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Miguel Ángel Vázquez

 

Nací en Quito, Ecuador, en 1965. Estudié ciencias biológicas en la Universidad Católica, obtuve una Maestría en Biología de la Conservación en la University of Kent, en el Reino Unido (UK) y recibí bases de fotografía en el CIAF, además de cursos con Ricardo Cases, Iata Cannabrava, Francisco Mata Rosas y Guadalupe Miles.

 

Crecí en una ciudad que creció más rápido que yo, en un ambiente de barrio, frente a un parque y cerca de un bosque que en verano visitaba con los amigos para recolectar carrizos y armar cometas. Gocé del colegio y la universidad, entre reuniones, música y deporte, como casi todos, pero también de estar entre libros de ciencia y arte, que hicieron volar mi imaginación y me motivaron a buscar y conocer lugares, personas, costumbres y paisajes. Mi pasión por la naturaleza me llevó a intentar promover su conservación desde la gestión y la generación de conocimiento, y en el camino tuve la oportuniddad de recorrer el país, desde la nieve hasta la selva, y desde el desierto hasta la playa, como parte de iniciativas que buscaban reconciliar al ser humano con su origen. Las imágenes de todos esos parajes y de los que tuve oportunidad de admirar fuera de las fronteras, se colaron en mi mente para convertirse en experiencias, recuerdos y en una urgencia de capturar impresiones... de hacer fotos.

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Tuve mi primera cámara a los siete años, pero el costo de los rollos no me dejó mucho margen para aprender; ya en la universidad las salidas de campo fueron registradas con la antigua reflex de mi padre, una Mamiya, y cuando pude tener recursos para hacerme de la mía, la compré, la usé... y me la robaron. Me hice de otra, pero no fue sino hasta la actual, una digital, que me lancé a buscar la luz de los rincones más espectaculares de este increíble país, su gente y su biodiversidad, sus urbes y edificaciones. Y, veamos como va eso de alimentar el alma y compartir lo que veo y siento con quienes se interesen en lo mismo, o hacerlo igual para que se interesen los que no. Mi ánimo es provocar y ojalá motivar, que se conozcan esas gentes y lugares, que nos acerquemos por la vista a la vida, no solo humana, y nos llenermos de belleza, no solo natural. 

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Aún busco camino, eso nunca acaba, aprender de quienes saben más, esos con los que se puede revisar tendencias, recibir críticas, proponer tonteras y, en el proceso, disfrutar.

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Aquí algo de lo que he hecho y claro, mi disposicióna a ofrecer mis servicios para hacer de esta pasión también un aporte a sus necesidades de retratos, arquitectónicas, de paisajes, de conceptos, y de lo que se ponga delante!

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Un abrazo.

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